viernes, 31 de agosto de 2012

La balsa

  El año es 1967. El 2 de mayo, en el baño de La perla del Once, Tanguito y Lito Nebbia componen La balsa: considerada la canción fundacional del Rock Nacional. Muchas controversias generó esta canción: se discutió (se discute) sobre qué aportó cada uno de los autores a la letra y a la música; se discutió sobre a qué se refiere la letra (¿está hablando del faso!!?); sobre la renuencia de ambos compositores a tocarla (uno porque se sintió traicionado; el otro porque se había generado una leyenda negra sobre él); se discute sobre el significado de la palabra "naufragar".
  Los actores de aquellos años cuentan que el término naufragar se utilizaba para referirse a la forma de trasladarse de La perla a La cueva o a Plaza Francia.Naufragar era una forma de recorrer, de andar sin un rumbo fijo ,o por lo menos, naufragar respecto del recorrido establecido por la sociedad. Naufragar fue la forma de fundar un nuevo movimiento musical.
  Algo parecido ocurrió, varios siglos antes, con la Literatura Argentina. En 1569, el fraile Luis de Miranda, luego de llegar a estas tierras con el Adelantado Pedro de Mendoza, escribe desde Paraguay su "Romance elegiaco". Tambien es un texto fundacional, el primero escrito en Argentina sobre tema argentino, donde se cuenta sobre el fracaso de la que intentó ser la primera fundación de Buenos Aires; el hambre que pasaron los fundadores, cómo fue incendiada y su huida a Paraguay:
Trabajos, hambres y afanes 
nunca nos faltó en la tierra
 y así nos hizo la guerra
 la cruel

   Este primer poema sobre la ciudad rioplatense repite el mismo estigma que La balsa: una naufragó en el agua, la otra no pudo ser fundada sobre la tierra. Ambos relatos cuentan una frustración, pero también una derrota: para la ciudad un fracaso, para la generación de músicos argentinos, un derrotero.



viernes, 24 de agosto de 2012

La Literatura Argentina


El jueves 23/08 leí en la página de la Revista de Cultura un artículo que Eduardo Romano escribió por cumplirse los “Cien años de la cátedra de Literatura Argentina”. Allí Romano cuenta la gesta emprendida por Ricardo Rojas, el del Centro Cultural de la calle Corrientes, para demostrar que en cien años de “Historia Argentina” (y un poco más, ya que él empieza desde la colonia), existió suficiente material como para hablar de una Literatura Argentina. Ricardo Rojas es autor de los ocho tomos a los que llamó La literatura argentina. Ensayo filosófico sobre la evolución de la cultura en el Plata (1917-1923), y entre otras aclaraciones, Romano explica que Rojas tiene la “lucidez para admitir que estaba reconstruyendo la producción literaria de una región (la rioplatense) mucho más que la de un país”.
Ricardo Rojas fue una de las figuras que definieron lo que sería la Literatura Argentina. Los escritores que él incluye desde los tiempos de la Colonia son, para decirlo brutalmente, españoles, blancos y letrados. En esta selección Ricardo Rojas deja afuera de la Literatura Argentina a los pueblos originarios (pues los criollos nacidos en esta tierra son descendientes del que llama en su libro homo mediterraneus); deja afuera a los negros y mestizos entre otros (aunque cuando habla de los padres jesuitas incluye alemanes, holandeses, ingleses y otros europeos); deja afuera toda la poesía de tradición oral. Se me podrá objetar que no era su intensión hacer un trabajo tan exhaustivo; responderé: la exhaustividad no fue impedimento para definir la extensísima Literatura Argentina desde la Colonia hasta su tiempo.
 El trabajo de Ricardo Rojas dio sus frutos. Si uno se detiene en los programas oficiales de literatura, dos tríadas sobresalen inmediatamente: la del siglo XIX está conformada por Echeverría (El matadero), Sarmiento (Facundo) y Hernández (Martín Fierro). La del siglo XX por el ABC de la narrativa contemporánea: Arlt, Borges y Cortázar. Esta selección también marca una tendencia: estos autores son hombres (lo que excluye, empezando con las mujeres, todo otro género no masculino); estos autores, como explica Romano, escriben sobre o desde lo que sería Capital Federal, “lo rioplatense” (son casos complejos, sin embargo, los de Sarmiento y Cortázar); estos autores comparten una postura clasista, con claras diferencias entre sí, pero unitaria frente a lo que excluyen.
En algún lugar de casa, bajo alguna pila de libros o revistas, existe una revista Lea cuya nota de tapa consistía en preguntarle a una cierta cantidad de escritores argentinos si existe una Literatura Argentina. Pueden haberse cumplido cien años de la creación de la cátedra de Literatura Argentina; habría que pensar a que nos referimos cuando utilizamos ese término.

viernes, 17 de agosto de 2012

Odiosas comparaciones


Terminaron los Juegos Olímpicos de Londres y considero que hubo una medalla de oro que no fue entregada: la que premia a la mejor respuesta instantánea. En una entrevista televisiva, un periodista le preguntó a Luciana Aymar si estaba orgullosa de que la comparen con Lionel Messi. La capitana de la Selección Nacional de Hockey tomo aire, apuntó y disparó: "Al contrario, él tendría que estar orgulloso de mí". Aplausos de pie y Medalla de Oro.
Es interesante pensar los llamados "lugares comunes". Es común escuchar, cada vez que juega la Selección Nacional de Hockey, la comparación entre Luciana Aymar y Messi. Una comparación consiste en establecer una serie de relaciones de semejanza (y diferencia) entre dos elementos. Si bien es odioso andar comparando, veamos las diferencias y semejanzas entre ambos deportistas.
Si de Juegos Olímpicos hablamos, con la Selección Nacional de Fútbol, Messi logró la medalla de Oro en los Juegos de Pekín 2008. Luciana Aymar nunca llegó al oro, sólo consiguió la medalla de plata en los Juegos de Sídney (2000), las medallas de bronce en los Juegos de Atenas (2004) y Pekín (2008) y nuevamente la plata en Londres.  
En las Copas Mundiales Messi llegó a los cuartos de final en los mundiales de Alemania 2006, donde además le convirtió un gol a Serbia y Montenegro,  y Sudáfrica 2010. Por su parte, Luciana Aymar obtuvo la medalla de oro en la Copa del Mundo de Perth, Australia (2002) y nuevamente el oro en la Copa organizada en Rosario en el 2010. Empaña su desempeño, sin embargo, el bronce conseguido en la Copa del Mundo de Madrid (2006).
Hay quien argumenta con mala intención que algunas comparaciones no tienen valor si se tienen en cuenta ámbitos que no son similares; esto es, si para uno se toman en cuenta los logros en el llamado "torneo doméstico" y para el otro en una competencia internacional. No empaña esta salvedad el gol maradoniano que metió Messi ante el Getafe, por más que sea un equipo que muchos conocen sólo a partir de ese gol. Parece forzado, ya que no es el mismo deporte, afirmar que Luciana Aymar haya anotado también un gol "maradoniano", ante su gente, en el Mundial organizado en el país, a la selección de China, para asegurar el paso a las semifinales.
Menos forzada es la comparación de los premios personales obtenidos por ambos. Messi tuvo un largo recorrido de perfeccionamiento que lo llevó desde el Balón de Bronce del 2007, pasando por el de Plata del 2008, a los Balones de Oro de 2009, 2010 y 2012. Por su parte, Luciana Aymar fue premiada como Mejor Jugadora del Mundo en el 2001, el 2004, el 2005, 2007, 2008, 2009 y 2010.
Una cosa es segura; Luciana Aymar tiene razón: Messi debería estar orgulloso de la comparación.

sábado, 11 de agosto de 2012

Razón o inspiración

El detalle
  Empecé a ir a la primaria cuando vivía en Bella Vista. Estábamos cerca de la Avenida Gaspar Campos, lo que resultó conveniente ya que por ella pasaban las dos líneas de colectivo que bordeaban mi barrio: la 163 y la 303. Estas dos líneas llegaban a todos los lugares importantes. Sin embargo, una vez por mes íbamos a visitar a mi abuela y para llegar a la estación de tren "Puerta 4" nos teníamos que tomar un colectivo que era "un martirio": el 740. Durante años recordé una mínima particularidad de aquellos viajes interminables en la 740, la inscripción del logo y el nombre de la marca de la carrocería: El detalle.

Razón
  Uno de los temas que más discusiones me generaron con otros escritores es el que postula la lucha entre la razón y la inspiración. Siempre me consideré un escritor racional, básicamente porque en mi vida personal intento ser racional, esto es, reflexivo, simétrico y transitivo. 
  La escritura es un trabajo de reescritura; de estructuración, entramado y organización. Cuando el escritor escribe intenta generar una serie de efectos, y para ello, tiene que poseer una tekné que le permita lograrlos. Un ejemplo sencillo: si cuento mal un chiste porque confundo los momentos, el chiste no tiene gracia.
  En otras palabras, como escritor "racional" priorizo más el trabajo que la inspiración; pero ¿qué es la inspiración?

Inspiración
 La inspiración, según los manuales, es esa fuerza que le "llega" al artista y lo impulsa a crear. La invocación a las musas que realiza el bardo para que estas cuenten una historia a través de él.
  En mi caso, la inspiración es el primer momento de toda historia. Cuando voy caminando por la calle, o escucho una conversación, o estoy leyendo, una palabra me llama la atención. Un detalle, un primer elemento que resulta interesante como germen de escritura. Ese es el momento de inspiración, cuando mi cabeza enlaza una cantidad de elementos antes dispersos. Luego llega el momento del trabajo, de la razón: cuando pienso la manera más conveniente para acomodar cada cosa en su lugar. Pero a veces la razón se estanca. Entonces hay que volver al ámbito de la "emoción". Muchas veces recurro a lo que el psicoanálisis podría llamar "asociación libre" o a lo que en terminos de de Saussure me gusta llamar "asociación paradigmática": voy caminando (generalmente al trabajo) y dejo que mi mente piense en una palabra, una situación, o aquello que tengo que resolver. Varias veces, al escribir canciones, me acuesto pensando en esa palabra o rima que me falta, y al despertar aparece.

El equilibrio
   Diego Bonadeo, el padre del ex gordo Bonadeo, en un programa que tenía en Radio Ciudad llamado "Barajar y dar de nuevo", siempre decía que él aborrecía del equilibrio. A pesar de acordar, yo recomiendo alternar ambas formas. Es un buen consejo para aquellos escritores que tienen poco tiempo: escribir (trabajar) sobre la hoja pero dejar aquellos lugares que no puede resolver (el nombre de un personaje, una situación, alguna rima o demás) para esos momentos, generalmente recorridos o viajes (por ejemplo, en la línea 740), en los que puede dejar que su inconsciente trabaje.
  Les dejo para despedirme, un divertido ejemplo de "asociación paradigmática":