viernes, 28 de diciembre de 2012

El grupo de la esperanza



La selección argentina de fútbol comandada por Marcelo Bielsa empezó su travesía hacia otro mundial en febrero de 1999, después de la renuncia de Daniel Passarella luego de la eliminación del conjunto albiceleste en los cuartos de final del mundial de Francia a manos de Holanda, un año antes. Bielsa se hizo cargo de las riendas del seleccionado, y se había despertado en la gente, tanto en el periodismo como en los espectadores en general, una especie de incredulidad acerca de la actuación de este rosarino al frente del equipo. Más allá de que llegaba con algunos pergaminos, conseguidos por lograr los campeonatos locales con Newell’s y Vélez, y otro en tierras mexicanas, Bielsa no contaba con demasiado crédito para ocupar ese puesto tan importante. Las sucesivas victorias del seleccionado argentino hicieron que el cuerpo técnico se ganara la confianza de la gente y del periodismo en general. Con un estilo que para muchos representaba más la identidad europea que la argentina (“Los embajadores”, de Christian Grosso, La Nación, 29/05/2012), a fuerza de buenos resultados el equipo se empezó a ganar el respeto. Respeto que se acrecentó con la crisis social y política que nuestro país sobrellevaba en aquel año 2001, y que plasmó toda la violencia a finales de ese año con los recordados sucesos acontecidos en la Plaza de Mayo con las protestas y lamentables muertes que desencadenaron la renuncia del presidente Fernando de la Rúa.

A partir de esto podemos empezar a trazar un paralelismo o más bien una conexión con el equipo argentino, ya que la situación que se vivía por aquel entonces era un campo fértil para la búsqueda de cualquier cosa que genere sentimientos positivos, que le de esperanzas a la gente. Bonifacio del Carril escribía: “en medio de la más honda y acuciante crisis argentina, hablar de fútbol parece frívolo. Pero si se mira bien, evocar la trayectoria de la selección nacional puede ser provechoso. El momento es oportuno” (“El ballet de la pelota”, La Nación, 23/05/2002).

“Argentina vive un momento malísimo […] no le vamos a dar de comer a los argentinos, pero el fútbol sigue siendo la vía de felicidad para ellos. Unas de las pocas cosas que no les han robado” (Claudio Caniggia, Clarín, 15/05/2002). Esta declaración del jugador da clara muestra de lo que se sentía en el plantel argentino. Después de las decisiones económicas tomadas por el gobierno de turno, como el “corralito”, lo poco que le quedaba a la gente era la esperanza.

El periodismo empezó a construir la idea de que esa selección le iba a dar a la gente lo que los políticos no podían, como en la nota publicada también en Clarín el 14 de Enero de ese mismo año, con el título “De la decepción del ‘98 a la gran esperanza del 2002”. La gente ansiaba el título, muestra de esto iba a ser la encuesta hecha por alumnos de Deportea en la que el 70% de los encuestados dijo que prefería el título a la mejoría de la situación del país.

Carlos Reymundo Roberts en una nota para el diario La Nación de Mayo del 2001, contrasta las cualidades de Bielsa con algunas características propias, según el, del argentino: “…En un país donde la pereza se siente tan a gusto, Bielsa trabaja con la constancia de una hormiga y el entusiasmo de un soñador”, y agrega, “en un país donde la improvisación ha echado raíces […] el planifica, organiza, estudia, evalúa…” (nota: “Bielsa inútil o…. presidente”).

Hay, quizás una conexión más que se puede marcar. Ni bien se realizó el sorteo para la copa del mundo, Argentina pasó a integrar lo que los medios inmediatamente llamaron “el grupo de la muerte”. La selección iba a disputar con Inglaterra, Suecia y Nigeria, la chance de pasar a segunda ronda. En una nota publicada en la sección de deportes de “La red 21”, Bielsa comentaba: “el azar en el sorteo no nos favoreció […] pero todos los que amamos el fútbol celebramos las competencias exigentes”. En Clarín el rosarino también se refería a lo mismo: “nos tocaron rivales de mayor dificultad […] pero soy optimista, con este grupo se potencian nuestras ganas de jugar bien y de ganar”. Si tenemos en cuenta la situación económico-social del país, y las dificultades que atravesaba la gente,  podemos llegar a trazar un paralelismo entre estas dos situaciones, donde “el grupo de la muerte” serían las dificultades que les tocarían atravesar a la sociedad; y como bien dice Bielsa, a mayor exigencia, mayor motivación para enfrentarlas, para transformar ese “grupo de la muerte” en el “grupo de la esperanza”.

por Facundo Sosa

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