Ya vimos, en una entrada anterior, cómo funciona la literalidad en el humor. Ahora es momento de hablar de otros recursos.
Uno de los principales mecanismos para lograr el efecto cómico consiste en generar, dentro de una situación particular, una respuesta inesperada; este procedimiento se conoce como “ruptura de la expectativa”. Si un padre le dice a la madre de un amigo: “Señora, su hijo le sacó la lengua a mi nene”, es perfectamente esperable que la madre responda: “Bueno, no es para tanto, son cosas de chicos”. Lo que rompe con la expectativa generada por esta situación es la nueva respuesta del padre: “Son cosas de chicos, como usted dice, ¡¡pero la lengua de mi nene no aparece!!”. La ruptura de la expectativa causa gracia porque rompe con el orden lógico y esperado.
Lo cómico supone siempre la transgresión de una norma (lo que no significa que para hacerse los cómicos deban transgredir a ninguna Norma); sin embargo, para que funcione, todos deben conocer y aceptar dichas reglas o normas. Si uno no conoce que “transgredir” significa “violar un precepto o ley”, el chiste no causa su efecto. Existen varias estrategias para generar el efecto cómico. En un post anterior hablamos sobre la literalidad como estrategia humorística. Ahora voy a presentar otras.
Uno de los principales mecanismos para lograr el efecto cómico consiste en generar, dentro de una situación particular, una respuesta inesperada; este procedimiento se conoce como “ruptura de la expectativa”. Si un padre le dice a la madre de un amigo: “Señora, su hijo le sacó la lengua a mi nene”, es perfectamente esperable que la madre responda: “Bueno, no es para tanto, son cosas de chicos”. Lo que rompe con la expectativa generada por esta situación es la nueva respuesta del padre: “Son cosas de chicos, como usted dice, ¡¡pero la lengua de mi nene no aparece!!”. La ruptura de la expectativa causa gracia porque rompe con el orden lógico y esperado.
Lo cómico supone siempre la transgresión de una norma (lo que no significa que para hacerse los cómicos deban transgredir a ninguna Norma); sin embargo, para que funcione, todos deben conocer y aceptar dichas reglas o normas. Si uno no conoce que “transgredir” significa “violar un precepto o ley”, el chiste no causa su efecto. Existen varias estrategias para generar el efecto cómico. En un post anterior hablamos sobre la literalidad como estrategia humorística. Ahora voy a presentar otras.
Doble sentido
El doble sentido
consiste en jugar con los dos (o más) sentidos que propone una palabra o frase.
Las palabras tienen un significado (el que encontramos en el diccionario), pero
además, en ciertos contextos se cargan de sentidos particulares. Había una publicidad
de una salsa (retomaré en otro post el concepto de trama) en la que un grupo de ñoquis (con pequeñas vocecitas
ñoqueras) piden desde el plato por la salsa de tomate de dicha marca. Entonces
el locutor remata: “Dale el gusto a tus pastas”. En este contexto, el juego de
doble sentido se genera por la frase “dale el gusto”: por un lado, remite a la
idea de satisfacer, de darles lo que
más les gusta a esos ñoquicitos; por el otro, remite a la idea de sabor. Otro ejemplo, ya que estamos en
tema, sería la frase: “a Juanse le gusta la pasta”. En determinado contexto, la
palabra “pasta” (“masa hecha con harina”) juega con su “otro” sentido (otra
vuelta veremos cómo se generan estos “otros” sentidos).
Descontextualización

Más adelante trabajaré
con el cambio de registro, la ambigüedad, la hipérbole, la construcción de la
trama y otros recursos más.
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